Menu


En un enfrentamiento armado no sólo la fuerza física es importante sino también la fuerza «moral» o psicológica que un guerrero o cuerpo de guerreros puede presentar al enemigo. El aspecto con el que se muestre en combate puede llegar a ser determinante en la victoria o la derrota.

La caballería pesada del mundo tardoantiguo no se formó de manera espontánea en este ambiente, sino que es fruto de un largo proceso originado en un lugar y una época lejanos. Las culturas nómadas de la estepa parecen ser el origen último, pero es en el mundo neoasirio cuando comienza la utilización de este tipo de caballería como un cuerpo de combate cabalmente organizado y equipado, según atestiguan los relieves de las principales ciudades asirias.

Representación de caballería neoasiria.
Anteriormente al Imperio Neoasirio, no había cuerpos de caballería propiamente dichos. Los caballos se usaban como tiro de carros o como montura de arqueros en los pueblos nómadas. La primera vez que se utilizaron cuerpos de caballería en un ejército se representa en el palacio de la capital del neoimperio, Calhu. En estas representaciones aparecen jinetes sin armadura, y posteriormente con unas placas metálicas colocadas sobre una gruesa túnica. Iban armados con lanzas, además de arcos y espadas.

La representación del lancero asirio con protecciones y a caballo pasó a formar parte de la iconografía de tipo imperialista del mundo asirio, que contiene una importante carga psicológica en cuanto a la utilización de la propaganda sobre la potencia y fiereza del ejército Asirio como un arma de importancia nada desdeñable para la subyugación de los estados vecinos.

En el siglo V a. C., los persas, que ya tenían caballos lo suficientemente fuertes como para cargar peso y acudir al combate, comenzaron a desarrollar tácticas de choque contra la falange griega. Estas tropas llevaban corazas, y las piernas del jinete se metían en unos pantalones acorazados unidos a la silla de montar. Aun así, se armaban principalmente con jabalinas que arrojaban antes de la carga, y luego se echaban al combate espada en mano, desde la montura. El paso a la táctica de choque es el cambio fundamental que dio origen a los catafractos.

Los catafractos cabalgaban muy juntos, y bajaban sus lanzas, que manejaban con las dos manos, intentando empalar al adversario. Según el historiador Amiano, los catafractos persas podían atravesar dos legionarios totalmente equipados con la punta de su lanza.

Catafracto armenio (Rome Total War)

Sin embargo, también tenían el inconveniente de que no podían cabalgar muy rápido, ni eran demasiado móviles. Además, tampoco tenían estribos, lo que significaba que en el impacto no tenían la estabilidad de los caballeros medievales. Sin embargo, sí adoptaron muchas soluciones alternativas: lanzas unidas al caballo, correas que unían el caballo al jinete, etc.

Tras su uso regular por parte de los persas, los cataphractii o clibanarii fueron adoptados (ya en la etapa bajoimperial) como tropas de élite romanas. Los romanos adquirieron estas tropas de élite y añadieron protecciones a los caballos siendo el germen de la caballería pesada en la Europa Occidental y dando lugar, en el Imperio bizantino, a una continuación del mismo modelo, pero con estribos añadidos, lo que convirtió a los catafractos bizantinos en una fuerza de choque casi irresistible. Con el general Belisario, constituyeron uno de los factores determinantes para la reconquista, por Justiniano I, de gran parte del Imperio Occidental.


Una de las batallas que ejemplifican de mejor modo el poder militar y psicológico de los catafractos fue la batalla de Carras. La Batalla de Carras (también conocida como Batalla de Carrhae) fue una importante batalla que tuvo lugar en el año 53 a. C. en la ciudad de Carras entre el ejército romano al mando del general Marco Licinio Craso, gobernador de Siria por aquel entonces, y el ejército parto al mando del general Surena. Fue una de las derrotas más severas que sufrió la República romana y fue uno de los principales motivos del final de ésta.

En esta batalla unos 44.000 romanos se enfrentaron a 10.000 soldados partos, de los cuales 1.000 eran catafractos y el resto jinetes arqueros. Para evitar entrar en contacto directo con los 35.000 legionarios romanos, los jinetes arqueros hostigaron y enviaron varias lluvias de flechas que confundieron al ejercito romano. Al verse obligado a clavar sus escudos en tierra, el general romano ordenó una carga de sus 4.000 jinetes galos contra los arqueros, descuidando a su infantería pesada y provocando el ataque de los catafractos, que junto con el apoyo de los arqueros: intimidaron con su presencia y con el temblor de la tierra por el galope de las pesadas monturas; rodearon en circulos levantando polvo y por último destrozaron al ejército romano con lanzamiento de jabalinas y embestidas con lanzas. Al llegar la noche sólo sobrevivieron unos 15.000 romanos. Los partos apenas sufrieron bajas.

Advertisement

0 comentarios:

 
Top